506. Sólo poseemos de verdad lo que damos de
corazón y perdemos lo que avaramente retenemos.
507. La verdadera limosna consiste sobre todo en
darnos: dar nuestro afecto, nuestra sonrisa, nuestro tiempo.
508. La austeridad consiste en suprimir lo
superfluo. La pobreza empieza cuando falta lo necesario.
509. Cuanto más te despojes, más tendrás. Haz la
prueba.
510. El Espíritu Santo necesita nuestra pobreza
para realizar en nosotros obras divinas.
511. Si lo que tenemos más tuviésemos el coraje de
tener menos, los que carecen de casi todo tendrían lo necesario para poder
vivir.
512. Si queremos erradicar la pobreza, los que más
tenemos, tenemos que ser más austeros.
513. Cuando las riquezas se adueñan de la
inteligencia y del corazón del hombre, éste se torna violento, desalmado,
imbécil y ridículo.
514. Todos somos pobres. Porque, cuando nacemos,
lo necesitamos todo. Cuando crecemos, lo deseamos todo. Y, cuando morimos,
tenemos que dejarlo todo.
515. Prefiero vivir en paz con poco a vivir
inquieto con mucho.
516. Me asomé un poco al corazón de cierto rico y
me dije: “Es mejor ser pobre”.
517. El hambre y la miseria son la vergüenza de
los ricos.
518. Lo poco, cuando se comparte, queda revestido
de grandeza.
519. El asegurarse el futuro es lo que origina la
avaricia y la rapacidad en el ser humano.
520. La nobleza que se apoya en las riquezas no es
auténtica nobleza.
521. ¿Verdad que el pan compartido con el pobre
llega a sabernos más rico?
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