sábado, 8 de marzo de 2014

ORACIÓN




1098.  Algunas personas rezan mucho, pero oran poco.


1099.  La oración es una cita con Dios, y para mantener la fidelidad a esa cita diaria hay que hacer un compromiso de honor y de amor.


1100.  Vale más un Avemaría bien rezada que un Rosario rezado de prisa y corriendo; pero vale todavía más un Rosario bien rezado.


1101.  El que ora se salva y el que no ora se condena.


1102.  No es la virtud la que crea la oración, sino la oración la que engendra la virtud.


1103.  Perdóname, Dios mío, porque no doy la talla cristiana: mi fe es pobre, mi esperanza débil, mi caridad tibia.


1104.  La oración es un cobijo para el espíritu fatigado.


1105.  Jesús nos espera en todo momento y en todo lugar.


1106.  De nada te servirá un entorno tranquilo si no tienes paz en tu corazón. La devoción del alma es inversamente proporcional a la velocidad de su rezo.


1107.  Entre los que bien se quieren, las palabras sobran. Estoy seguro de que ahora la oración te parecerá más fácil.


1108.  Las oraciones sinceras nunca se pierden, nunca son inútiles.


1109.  ¡Qué paz tan grande deja en el alma un Rosario rezado con fe, con amor, sin prisas!


1110.  Ante el amor infinito de Dios, nuestra respuesta debe ser, por una parte, la oración amorosa y, por otra, el desbordamiento de nuestro amor hacia los hermanos.


1111.  Por la oración nos ponemos en contacto con la fuente del amor y de la vida.


1112.  Si creyéramos en el poder de la oración estaríamos más dispuestos para hacerla y le daríamos prioridad sobre otras actividades.


1113.  A veces, cuando nos ponemos a hacer oración, tenemos la impresión de no hacer nada, de estar perdiendo el tiempo. Con todo, lo más importante no es lo que nosotros hacemos, sino lo que Dios hace en nosotros durante la oración.


1114.  Orar es pensar en Dios con amor.


1115.  El Cristianismo es la religión de la intimidad con Dios.


1116.  Virgen María, qué fácil resulta hacer la oración contigo en tu jardín de Nazaret.


1117.  Dios mío, dame una cabeza fría y serena para pensar, un corazón ardiente para amar y mano firme para empuñar bien el timón.


1118.  La oración no es otra cosa que un encuentro con Dios Amor. Y al que es fiel a esta cita, Dios le da a beber del torrente de sus delicias.


1119.  Señor, te he pedido un pan y me has dado una torta. ¿Qué significa esto? Significa, o que me has pedido mal el pan o que te conviene más la torta. Gracias, Señor, tu explicación tiene mucha miga.


1120.  Dios mío: dame buena cabeza, para pensar rectamente; buen corazón, para amar a fondo perdido; buenas manos, siempre dispuestas al trabajo, al saludo y al diálogo; y buenos pies, para recorrer los caminos que Tú me indiques.


1121.  Tiempo de oración, tiempo de amor.


1122.  Señor, yo no sé amar. Ama tú en mí.


1123.  La peor sordera es no escuchar a Dios en el grito de los pobres y la peor mudez, no saber hablar con Dios, aunque se dominen diez idiomas.


1124.  La intimidad del amor es cosa de dos, y no se hace en público. Está muy bien la oración litúrgica y comunitaria, pero el alma necesita también de una oración estrictamente personal, desnuda y hasta desgarradora, sin otros testigos que ella misma y Dios, su gran Amor.


1125.  La vida es corta. ¡Reza!


1126.  La oración del corazón consiste en escuchar en silencio profundo y acogedor al Espíritu Santo.


1127.  La lujuria, el robo y el rencor son tres barreras que dificultan el creer en Dios y el hacer oración.


1128.  La oración empieza cuando la oración termina.


1129.  El tiempo que dedicamos a Dios no es tiempo perdido, sino tiempo ganado.


1130.  No se vita la rutina rezando menos, sino rezando mejor, si prisas, con amor.


1131.  ¿Qué es la oración, sino un sumergirnos en la luz, la verdad, la belleza y el amor.


1132.  Nuestra oración debe ser humilde, confiada, incesante.


1133.  Un cristiano sin oración está desarmado ante los ataques del enemigo.


1134.  Orar en la montaña, en el bosque o en el mar es orar dos veces.


1135.  Orar con atención, con amor, con pureza de corazón. Oramos, no porque somos virtuosos, sino para serlo. La oración nos hace virtuosos y la virtud nos convierte en orantes.


1136.  Para ser almas de oración, más que las técnicas y los métodos, importa la sensibilidad mística.


1137.  La oración es una gigantesca palanca que hace a la Iglesia dinámica, misionera, evangelizadora.


1138.  Piensa antes de actuar. Y ora antes de pensar.


1139.  De la oración salimos con más fuerza en la inteligencia y en el corazón.


1140.  Muchas veces, el encontrar el difícil equilibrio entre oración y trabajo dependerá de nuestra creatividad y de nuestra capacidad para organizarnos.


1141.  Para orar no son indispensables ni los templos, ni los libros, ni los esquemas. Lo único indispensable es amar.


1142.  Debemos considerar las horas de oración como horas productivas, como horas de recuperación física, psíquica y espiritual.


1143.  En la vida de oración, todos atravesamos momentos duros, en los cuales debemos romper la frialdad con la punta afilada de la fe.


1144.  Antes de orar debemos purificar nuestro corazón, como nos limpiamos el calzado en el felpudo antes de entrar en casa.


1145.  Hemos de ver como algo normal que en nuestra oración se sucedan la dulzura y la aridez, como se suceden el día y la noche, o las estaciones del año.


1146.  En la oración nos llenamos de luz para luego llevarla a nuestros hermanos. ¿Qué es el apostolado, sino llevar luz?


1147.  ¿es la oración la que engendra virtud o es la virtud la que engendra oración? Yo creo que ambas cosas se interrelacionan. La oración nos hace virtuosos y la virtud nos hace contemplativos.


1148.  La oración nos transforma. Así como los baños de sol broncean nuestro cuerpo, los baños de oración, sobre todo ante Jesús Sacramentado, hermosean nuestra alma. Haz la prueba. Toma baños de Jesús, que es el Sol Divino.


1149.  La oración es lo que el diablo más teme.


1150.  La lectura y la meditación de la Palabra de Dios debe ser nuestro pan de cada día.


1151.  Jesús, Maestro mío, enséñame a orar.


1152.  Virgen María, dulce Madre mía, tú que fuiste la gran contemplativa, enséñame a orar con sencillez de niño


1153.  El que quiera de verdad aprender a orar, que pida a Dios una cruz, aunque sea pequeñita.


1154.  El nombre de Jesús, pronunciado sobre todo con el corazón, pone en fuga los enemigos de nuestra alma.


1155.  Ora todo lo que puedas, aunque tu oración sea imperfecta y pobre. Notarás enseguida su poder transformador.


1156.  Es el Espíritu Santo quien pone en nuestro corazón el deseo de orar


1157.  Con la oración, todos podemos levantar un altar a Dios en nuestro corazón.


1158.  La oración sincera y humilde regenera al hombre.


1159.  El nombre de Jesús es el arma más poderosa para vencer a los enemigos de la mente: la tristeza, el pesimismo, la desconfianza y el derrotismo.


1160.  La asiduidad en la oración es la llave para abrir el cofre de las gracias de Dios.


1161.  ¿Estas candado? Descansa. ¿Tienes sueño? Duerme. ¿Estás triste? Ora.


1162.  Se ora como se vive, y se vive como se ora.


1163.  Hemos de llevar la vida a la oración, y la oración a la vida.


1164.  Es válido cualquier camino que desemboque en una oración sincera y humilde.


1165.  En cuanto el hombre tiene un poco de sosiego, se descubre a sí mismo como buscador de Dios y con una dimensión oracional.


1166.  No es fácil poner orden en el desván de nuestra conciencia. No es fácil acallar los ruidos y los recuerdos. No es fácil. Pero, para Dios, no hay nada imposible. Co la ayuda de su gracia, podremos poner orden y concierto en nuestro interior.


1167.  La manera de hacer oración es algo muy personal. A cada uno toca descubrir la suya propia. Más que de copiar a otros, se trata de encontrar nuestro propio método.


1168.  Ante la muerte de tus seres queridos, expresa tu amor, tu dolor y tu esperanza como puedas y sepas. Pero no olvides que las lágrimas se evaporan, las flores se marchitan y las oraciones las recoge Dios.


1169.  ¿Quieres encontrar una buena esposa, un buen marido?. Búscalo de rodillas.


1170.  En la oración sincera y desnuda ante el Dios vivo, el hombre se muestra tal cual es.


1171.  Si yo rezo no es para no morirme, sino para morir bien.


1172.  Peregrinar a Jerusalén, a Roma o a Santiago, es más fácil que hacer unos días de retiro en silencio.


1173.  La oración nos mantiene a flote, como el chaleco salvavidas al náufrago. Abandonarla significa irnos a pique.


1174.  Algunas personas no se han vuelto locas gracias a la oración.


1175.  La oración hecha con humildad, con confianza y con amor, siempre produce buenos frutos.


1176.  Para regar el jardín de nuestra alma, podemos sacar agua del pozo, utilizar una noria, aprovechar el paso de un arroyo o recibir con alegría y gratitud la lluvia venida del cielo. Pero, cuando no tengamos ni lluvia, ni arroyo, ni noria, manejemos con garbo el caldero, y saquemos agua del pozo, aunque sea poca y con gran trabajo, y Dios premiará nuestro esfuerzo.


1177.  Cuando Dios nos concede una gracia, después de habérsela pedido durante largos años, nos causa mayor impresión y contento que si nos la hubiera concedido inmediatamente.


1178.  En la soledad no me siento solo.


1179.  Ciertamente, Dios es el mejor periodista, porque es el primero en conocer lo último que haya ocurrido: el último acto heroico, el último pecado.


1180.  El recogimiento interior es señal de madurez cristiana.


1181.  La contemplación es una dimensión esencial del ser humano.


1182.  El tiempo dedicado a la contemplación es el tiempo mejor empleado y el más fecundo


1183.  Pocas cosas hay tan dulces como la soledad buscada.


1184.  El hombre materialista no sabe meditar. Ha perdido la llave de la reflexión y no es capaz de entrar dentro de sí mismo.


1185.  Ser contemplativo es ver la vida como es, pero desde una actitud de fe, de esperanza y de amor.


1186.  Los que buscan el ruido, jamás serán contemplativos.


1187.  Los contemplativos trabajan más y son más útiles a la sociedad que muchos de los que los critican.


1188.  Todos, en el fondo de nuestro ser, tenemos dos dimensiones: una vertical y otra horizontal; dos vocaciones, una a la soledad y otra a la comunicación.


1189.  No hagas preguntas: contempla y ama.


1190.  Algunos son contemplativos sin saberlo.


1191.  Quien no es capaz de mirar con amor este mundo, no vale para contemplativo.


1192.  El verdadero contemplativo encuentra a Dios en la ciudad lo mismo que en desierto.


1193.  La contemplación es hija del silencio.


1194.  Pronunciar con amor el nombre de Jesús, y ungirme con él la frente, los ojos, los oídos, los labios, las manos, el corazón


1195.  ¡Qué impresión tan grande produce el pasar de una discoteca llena de aullidos a la paz de un monasterio contemplativo.


1196.  El contemplativo busca el rostro vivo de Dios en la oración profunda.


1197.  El auténtico contemplativo es un luchador.


1198.  Los que han caído en el activismo, piensan que los contemplativos se han equivocado de siglo. Pero no es así; son ellos los que se han equivocado de camino al tomar uno que no lleva a ninguna parte.


1199.  A veces, con los ojos cerrados, se ve mejor.


1200.  Dichoso aquel que ama la soledad, que sabe acompañarse a sí mismo, para encontrarse consigo mismo y con Dios.



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