sábado, 8 de marzo de 2014

PENITENCIA




1246.  Si ayunas con la boca, pero no con el corazón, el infierno entero sonríe.


1247.  Imagina que Jesús te dice: “Yo me interpondré entre ti y la cruz y ésta jamás te aplastará”. ¿Verdad que ahora ya no tienes miedo a tu cruz?


1248.  Los que quieren disfrutar demasiado de la vida, tendrán que padecerla.


1249.  Cuando alguien blasfema, el infierno hace fiesta.


1250.  Sólo la penitencia puede devolver la pureza a nuestro corazón.


1251.  La penitencia sin amor no tiene sentido.


1252.  Por el pecado, el hombre se aleja de Dios, de sí mismo y de los demás.


1253.  La ropa sucia se lava en casa. La suciedad del alma se lava en el confesonario.


1254.  No nos rasguemos las vestiduras. Rasguémonos más bien el corazón.


1255.  Lo que pretendemos con el ayuno es tener hambre de Dios


1256.  Hay asesinos de almas asombrosamente insensibles ante el enorme crimen que han cometido. ¡Cómo temblarán cuando se presenten ante el Supremo Juez!


1257.  El pecado ha roto la armonía en el corazón del hombre y en la Creación.


1258.  Siempre que oigo una blasfemia, me viene a la mente el viejo refrán: “El que al cielo escupe, en la cara le cae”


1259.  En toda guerra hay víctimas inocentes


1260.  Una sociedad materialista y hedonista termina ahogándose en la ciénaga de sus propios vicios y desórdenes.


1261.  Con el ayuno queremos indicar que no solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.


1262.  Sólo un gran milagro de la divina misericordia podrá salvar a esta humanidad descarriada y moribunda que ya ha tocado fondo de su extrema miseria.



1263.  El pecado es la peor de las epidemias.

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